Imagina que eres un superhéroe con una gran fobia a la oscuridad, escribe un relato de superación.
"Levanta ya, llegarás tarde."
Abro los ojos y una débil luz azul ilumina la habitación. Miro el reloj y veo que ya debería estar de camino, así que me levanto de la cama, revuelta de mis movimientos nocturnos, y apago la pequeña bombilla que me acompaña todas las noches. Abro el armario y, tras un compartimiento secreto, saco mi traje rojo con la capa dorada. Me lo pongo pero cada vez me va más pequeño, tendré que pedirles que me lo arreglen. Esto de los bombones es una maravilla, ojalá pudiera comer todos los que quisiera sin que hubiera consecuencias... Les diré que aprendan a hacerlos. Al final tendré que hacer una lista de cosas que decirles.
Me pongo el antifaz y salgo por la ventana. Absorbo toda la energía que puedo de los fotones que acarician mi cara y de un salto atravieso media ciudad. Aterrizo en uno de los edificios que rodean el ayuntamiento, desde el que puedo ver el gentío con pancartas con mi cara y mensajes de amor. En medio del escenario está la alcaldesa hablando sobre todas mis hazañas y lo heroico que soy. A su lado está Talon Gal, a la que ya le hicieron esta celebración hace dos años o así.
-Pero no hace falta decir nada más -empieza a decir la alcaldesa, aunque no estoy tan de acuerdo-, porque todos sabemos que sin él esta ciudad está perdida. La pregunta ahora es: ¿dónde está Atlas?
Aún recuerdo mi primera misión, en la que salvé el día atrapando la gran bola del mundo que cayó de las oficinas del periódico de la ciudad. Pero basta de retrospección, esa es mi señal. Absorbo un poco más de energía y doy un saltito hasta el escenario. El público estalla en aplausos y gritos de alegría. Incluso algún sujetador vuela hasta mis pies. Les saludo, alcaldesa y Talon incluidas (aunque desde la última vez que nos vimos las cosas están un poco tensas), y me pongo ante el micrófono.
-Hola, ciudadanos de Atos. ¿Estáis pasando una buena mañana? -más gritos y objetos voladores-.
Dos agentes de seguridad suben al escenario, aguantando una llave demasiado grande para cualquier cerradura, y se la dan a la alcaldesa, que se pone a mi lado.
-Aquí está, con ese brillo en los ojos tan característico, el que nos ha salvado tantísimas veces. Hmmm, ¿y qué es eso que huelo? ¿Albahaca?
-Bueno, alcaldesa, es que ayer estuve luchando contra la Condesa del Caos en un mercado de especias y parece que aún no se me ha ido el olor.
-Las desventajas de ser un superhéroe, ¿verdad? Dejémonos de cháchara y vayamos al grano: por el poder que me han concedido los habitantes de esta gran metropolis, ¡te entrego la llave de la ciudad!.
Pone el objeto sobre mis manos y yo lo levanto en el aire. De los altavoces empieza a sonar una canción que no reconozco, pero que al menos no es la misma que ponen cada 5 de enero, cuando entregan esta misma llave a los Reyes Magos.
-¡Muchas gracias a todos! No podría estar recibiendo este premio si no fuera por vosotros, que sois estupendos en ser salvados. Que sepáis que con esta llave me será incluso más fácil hacerlo. Entre todos podremos eliminar la villanía de las calles y hacer de esta ciu...
Un hombre levanta un maletín entre el publico y lo abre, del que sale un gas que se esparce por todo el lugar.
"Venga va, que no tenemos todo el día."
Abro los ojos y me entra el pánico. No puedo ver nada, la oscuridad me envuelve. Empiezo a hiperventilar y a intentar moverme, pero algo me lo impide, estoy flotando inmóvil en el aire.
-¡Socorro! ¡Necesito ayuda!
-Oh, vamos, querido amigo, este no es tu estilo -una voz que reconozco sale de alguna parte a mi alrededor-. ¿Cuánto tardarás esta vez en salir de la nueva jaula que te he preparado?
-Doctor, por favor, sácame de aquí, esto ya no tiene gracia. No es lo que habíamos decidido.
-Estúpido, calla. Tenemos público... -dice entre susurros, y entonces lo entiendo. Tendré que salir de aquí por mi propio pie si quiero que me sigan viendo como un héroe-.
-Prepárate, Doctor -digo en mi mayor voz de héroe-, porque en cuanto salga de aquí tendrás tu merecido.
-Ya lo veremos.
Vuelvo a estar solo, pero el miedo sigue en mi cuerpo. Intento absorber algo, cualquier cosa, pero no puedo. Estoy empezando a marearme de lo rápido que estoy respirando. Cierro los ojos (que total, no me sirven para nada ahora) y voy reduciendo la velocidad de las inspiraciones, respirando desde el diafragma como me enseñaron. Ahora que estoy más calmado busco algo a mi alrededor, porque no es posible que esté flotando por arte de magia. Y noto unas vibraciones en diferentes puntos de la habitación. Bueno, una cosa menos. Solo me queda probar una cosa, aunque no sé cómo va a salir el experimento. Me concentro y empiezo a pensar a toda velocidad sobre mil cosas diferentes. Recuerdos, pensamientos e imágenes pasan por mi mente, activando todas las partes del cerebro. Y absorbo la electricidad que circula por las neuronas. Consigo lo suficiente como para disparar un pequeño haz láser de mis ojos al origen de la vibración a mi izquierda y algo explota ahí. Me tambaleo en el aire. Absorbo la energía calorífica del pequeño incendio que se ha formado en el generador de gravedad cero (o lo que sea el aparato ese) y destruyo los demás.
Aterrizo con suavidad, absorbiendo la energía cinética de la caída y empiezo a disparar láser a mi alrededor hasta que se abre un agujero delante mío. Salgo de allí y me encuentro en la base secreta del Doctor Némesis, donde ya he estado en innumerables ocasiones. Sigo el pasillo bajo la luz de los fluorescentes (cuyos fotones absorbo), y me planto en su centro de operaciones. En las paredes ha colocado jaulas y ha encerrado al público que estaba en la ceremonia en ese momento menos a Talon, a la que ha atrapado en una jaula solitaria y minúscula, donde no puede usar sus poderes de pájaro. Pero a quién no veo es al Doctor...
-¿Me buscabas?
Detrás de mí aparece, con una especie de armadura metálica de la que salen luces.
-¿Te gusta mi nuevo traje? He pasado meses diseñándolo, ahora toca ponerlo a prueba. Oh, spoiler alert: me otorga los mismos poderes que tú tienes.
El Doctor se lanza con el puño en alto y me golpea en la mandíbula, pero absorbo la energía del golpe y solo noto cosquillas. Lo agarro y le doy un rodillazo en el pecho, del que también absorbe la fuerza.
-¿Acaso no te lo creías?
Paso de su charla, lo agarro de un brazo y lo lanzo contra la gran pantalla desde la que vigila la ciudad, la misma ciudad que ha intentado destruir pero nunca lo ha logrado. Se estrella contra ella y cae al suelo. La gente estalla en exclamaciones. Estoy yendo a liberarlos cuando me advierten de que se ha levantado. El Doctor abre los puños y del centro de sus palmas salen dos haces de energía, que se estampan contra mi pecho, pero tampoco surgen efecto.
-Doctor, he tenido mucho más tiempo que tú para controlar estos poderes, no puedes vencerme. Ahora libera a todo el mundo antes de que te haga daño de verdad.
-Lo que no llegas a comprender, amigo Atlas, es que no somos tan difere...
Antes de que acabe el cliché lo cojo y lo vuelvo a lanzar contra la pared, donde se queda atascado hasta que rompe un cable que pasa por allí y absorbe la electricidad. Consigue bajar y se lanza contra mi, pero esquivo su acometida y lo lanzo al suelo. Corro en dirección opuesta hacia la jaula de Talon y consigo liberarla.
-Rápido, cógelo y lánzalo donde sea.
Talon se recupera enseguida y de su espalda le crecen dos alas enormes. Con mi láser hago un agujero en la pared de la base por el que ella se lleva al Doctor, que se intenta soltar disparando más haces de su mano, sin que le den a nada.
Me vuelvo a los prisioneros y los libero, a lo que empiezan a abrazarme y a agradecérmelo. Hay algunos a los que ya reconozco de otros rescates como este. Talon vuelve a aparecer por el agujero y nos abrazamos, dejando atrás las tensiones pasadas. Enseñamos el camino de salida a la población pero volvemos a la sala de mando: queremos destruirlo todo para que el Doctor no pueda volver a usar la base nunca más.
Estoy disparando a las pantallas que quedan cuando oigo una voz detrás de mí.
-¿Louis? ¿Eres tú?
Una mujer con un acento que no logro identificar me mira a los ojos y parece reconocerme, porque se lanza a mis brazos y me empieza a besar las mejillas.
-¡Sabía que eras tú! Papá y mamá no me creyeron, como tampoco lo hicieron cuando se te llevaron en aquel bosque. ¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿Y cómo has conseguido los poderes? Seguro que fueron aquellos aliens al abducirte. Cuando te vi en la televisión te reconocí, pero quería asegurarme volando hasta aquí. Hermano, ¡por fin te encuentro!
Me vuelve a abrazar y yo miro a Talon, sabiendo lo que tengo que hacer. Cojo a la muchacha de los brazos, apartándola de mí, y le rompo el cuello.
-Lo que no llegas a comprender, amigo Atlas, es que no somos tan difere...
Antes de que acabe el cliché lo cojo y lo vuelvo a lanzar contra la pared, donde se queda atascado hasta que rompe un cable que pasa por allí y absorbe la electricidad. Consigue bajar y se lanza contra mi, pero esquivo su acometida y lo lanzo al suelo. Corro en dirección opuesta hacia la jaula de Talon y consigo liberarla.
-Rápido, cógelo y lánzalo donde sea.
Talon se recupera enseguida y de su espalda le crecen dos alas enormes. Con mi láser hago un agujero en la pared de la base por el que ella se lleva al Doctor, que se intenta soltar disparando más haces de su mano, sin que le den a nada.
Me vuelvo a los prisioneros y los libero, a lo que empiezan a abrazarme y a agradecérmelo. Hay algunos a los que ya reconozco de otros rescates como este. Talon vuelve a aparecer por el agujero y nos abrazamos, dejando atrás las tensiones pasadas. Enseñamos el camino de salida a la población pero volvemos a la sala de mando: queremos destruirlo todo para que el Doctor no pueda volver a usar la base nunca más.
Estoy disparando a las pantallas que quedan cuando oigo una voz detrás de mí.
-¿Louis? ¿Eres tú?
Una mujer con un acento que no logro identificar me mira a los ojos y parece reconocerme, porque se lanza a mis brazos y me empieza a besar las mejillas.
-¡Sabía que eras tú! Papá y mamá no me creyeron, como tampoco lo hicieron cuando se te llevaron en aquel bosque. ¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿Y cómo has conseguido los poderes? Seguro que fueron aquellos aliens al abducirte. Cuando te vi en la televisión te reconocí, pero quería asegurarme volando hasta aquí. Hermano, ¡por fin te encuentro!
Me vuelve a abrazar y yo miro a Talon, sabiendo lo que tengo que hacer. Cojo a la muchacha de los brazos, apartándola de mí, y le rompo el cuello.
Guillermo Domínguez
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQué? Ese final!!! Por qué? Quiero saber que pasó después.
ResponderEliminarBueno es que este relato pertenece a "Bode" (está la etiqueta abajo), así que la historia no está acabada, pero puedo decirte que la chica a la que mata no está loca... Y más no puedo leer xD Ya hay algunos relatos publicados de Bode, pero poco a poco iremos escribiendo más y así se irá viendo el sentido de todo ;)
Eliminar¡Un saludo!