Escribe un relato de un animal como protagonista que actúa de narrador contando las costumbres raras que tienen los humanos.
Me parece que incluso puedo oler los astros. Mi nariz no deja de sentir cosas que no había percibido en mi vida. Incluso con esta correa en el cuello me siento más libre que nunca en esta tierra tan maravillosa. Aunque debo decir que la vista no es demasiado buena, todo está en blanco y negro, espero que mejoren la calidad con el tiempo.
Voy paseando junto al guía cuando uno de ellos se para delante de nosotros. Le da la mano a mi "amo" y empiezan a discutir sobre el tiempo y política. Yo le miro embelesado, viendo como mueve las manos caóticamente mientras suelta alguna que otra gota saliva de la boca de la emoción. El hombre agacha un momento la cabeza y me ve observándole.
-Qué perro tan bueno tienes. No sé cómo lo has hecho pero siempre te obedece. ¡Ojalá mis hijos fueran iguales!
Y empieza a soltar ruidos raros por la boca mientras cierra los ojos y parece que le dan espasmos. Cuando deja de hacer eso se agacha y acaricia mi pelaje, al que aún no me he acostumbrado.
-Uf, pero creo que deberías darle un baño, huele a albahaca, peor que tú incluso -y vuelve a tener el mismo ataque que hace unos segundos-.