martes, 10 de enero de 2017

Parto

¿Recordáis el reto 37 de ELDEscritores? Pues bien, antes de crear Desfile hice esta versión, aunque no me acababa de convencer porque las palabras estaban demasiado metidas con calzador. Así que decidí crear otra historia y dejar esta en el cajón, y por fin la he recuperado. Solo he cambiado algunos nombres de los hijos, el resto está igual.

Los resoplidos constantes rebotan en las paredes de la habitación, mientras una multitud rodea a la mujer que está en la cama.

-Rápido, que alguien traiga unas toallas - ordena el hermano de la parturienta-.

Él la agarra de la mano mientras ella aprieta. Ha estado presente en cada uno de sus partos y han sido bastantes.

Alegría le trae las toallas a su madre. “Tendría que haber sido yo en su lugar” piensa Toalla, que está al lado de la cama mirando a su hermana con envidia. Para no sentirse impotente, decide avisar a los demás, para estar presente cuando nazca su nuevo hermano o hermana. Coge a Viento de la mano y van en busca del resto de la familia. Encuentran a Bosque entre los árboles, de la misma manera que Bufanda está cosiéndose una tocaya en su habitación. Son hijos sin padre, nacidos de la nada en el vientre de su querida madre. Su figura paterna es su único tío, que los quiere como si fueran sus propios hijos.

Música le había hecho una pequeña flauta con sus propias manos, a la espera de que siguiera la senda del arte. Por su parte, Petricor le había creado un sonajero y esperaba dárselo lo antes posible para que pudiera jugar con él.

Los gritos de dolor de la matriarca se hacen cada vez más fuertes y su hermano Pensamiento utiliza una de las toallas para secarle la frente llena de sudor.

Cuando todos están reunidos alrededor de la cama (esa que había visto la misma escena tantísimas veces), los resoplidos se hacen más rápidos. Una pequeña cabeza empieza a asomar y Noche la coge con suavidad. Ya había sido la partera de algunos de sus hermanos, incluso el de Raudo, que había durado horas. El cuerpo del bebé va saliendo poco a poco, hasta que solo está unido a su madre por el cordón umbilical. Entre unos cuantos lo cortan, limpian al pequeño, que ya está llorando a pleno pulmón, y se lo dan a la madre, que todavía aprieta con todas sus fuerzas a su hermano.

El amor que desprenden sus ojos ilumina la habitación, dejando de lado los celos y las rencillas. Le besa la arrugada frente y se lo pone en el pecho, notando su calor y para que él pueda sentir los latidos que le acompañan.

Pensamiento le acaricia la calva al niño, que aún tiene los ojos entrecerrados.

-Es precioso, Lenguaje. ¿Ya has pensado como vas a llamarle?

-Etéreo.

Guillermo Domínguez

2 comentarios:

  1. Me ha encantado el parto del Lenguaje.
    Un relato breve pero exquisito, con una prosa cuidada.

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    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias! La verdad es que este relato se sale un poco de lo que acostumbro a escribir, pero me gustó mucho hacerlo.
      ¡Un saludo!

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