(¡Lee la primera parte!)
Una noche, tras estar un par de horas en las alturas en busca de algún posible crimen, me paré al borde de un edificio, para descansar un momento.
Una noche, tras estar un par de horas en las alturas en busca de algún posible crimen, me paré al borde de un edificio, para descansar un momento.
-¿Y tú quién eres?
Me giré rápidamente, y allí, de pie, vi a una chica con media cabeza rapada, una chaqueta de cuero negra y un colgante con una piedra violeta engarzada.
-Me llamo Nic, ¿tú quién eres?
-Helena. ¿Hace mucho que vienes por este plano?
-¿Plano? ¿Te refieres a que si hace mucho que viajo?
-Chico listo. Lo llamo cambiar de plano, pues, como supongo que habrás podido comprobar, no estamos en el mismo plano que el resto de los mortales.
-Y, entonces, ¿dónde estamos?
-Pues en otro plano, imbécil. No podemos interactuar con el nivel inferior directamente, y podemos ver otras almas, por lo que supongo que estamos en una especie de limbo entre la vida y la muerte.
-¿Ver almas? ¿Te refieres a toda esa gente que vaga por las calles?
-Te vuelvo a preguntar: ¿cuánto hace que vienes por aquí? Porque tendrías que haberte dado cuenta... Todas esas personas son almas pérdidas que acaban de morir. Y ahora me dirás que no sabes que son los taxis...
-Llevo ya unas cuantas semanas, y la verdad es que no sé lo que son...
-Pues mira, no te lo voy a dar todo mascadito, eso tendrás que descubrirlo tú. ¿Y qué has estado haciendo todo este tiempo?, si se puede saber.
-He utilizado mis viajes para ayudar a la policía a atrapar a criminales. Me he dedicado a observar las calles en busca de algún crimen y después llamo a la comisaría y les digo todas las pistas que he conseguido obtener. Normalmente puedo verle la cara al culpable, otras les sigo a ver dónde van... Han resuelto varios crímenes gracias a mi -dije, totalmente orgulloso de mis hazañas-.
-Que estupidez. La policía suele atrapar a los criminales incluso sin tu ayuda, ¿por qué hacer algo que no es necesario? Es mucho más interesante observar a la gente, su comportamiento cuando creen que nadie los ve. Incluso podrías probar a mejorar tus "poderes".
-¿Poderes?
-Exacto, si te concentras puedes hacer más cosas que volar o atravesar paredes.
-¿Y tú que puedes hacer?
-A veces, cuando me concentro mucho, puedo influenciar a las personas. Les meto alguna idea en la mente, como dejar algún billete escondido, y al día siguiente puedo ir físicamente y recogerlo. Aún estoy mirando el alcance de mis poderes, pero ya me he podido comprar alguna cosilla -y tras decir esto, empezó a tocar su collar-.
-¿Por qué me cuentas todo esto? No me conoces de nada, podría ir ahora mismo a la policía y contarles que te dedicas a robar a la gente.
-Primero: nadie te creería. "Perdone agente, una chica, la cual conocí en un viaje astral, puede meterse en la cabeza de la gente y hacer que dejen dinero en la calle. ¡Deténganla antes de que sea demasiado tarde!" Y segundo: eres la primera persona que veo por aquí que no está muerta. Es agradable conversar con alguien mientras estoy en este plano. Una vez intenté hablar con una chica después de que muriera en un accidente de tráfico y tan solo se me quedó mirando, como si no entendiera nada de lo que le decía.
-¿Acaso el aburrimiento puede justificar el hecho de que te dedicas a engañar a la gente?
-Yo no les engaño, les "convenzo" de que suelten dinero, ni siquiera hago que me lo den a mí, podría pasar cualquier persona y cogerlo antes de que yo llegara. Además, no suele ser demasiado dinero, que sino la gente empezaría a sospechar.
-Pero eso no significa que esté bien.
-En ningún momento he dicho que estuviera bien. Pero a veces es la única manera de sobrevivir.
-El fin justifica los medios, ¿es eso?
-Mira, no lo entenderías, así que no me voy a molestar a explicarte mis motivos. No todo es blanco o negro, ¿sabes?
Y tras decir esto atravesó el suelo y desapareció, dejándome con la palabra en la boca. Di una vuelta por la ciudad, buscándola, pero no volví a verla, así que seguí buscando algún crimen, sabiendo que lo que estaba haciendo era lo correcto. Esa noche no vi nada extraño, volví a casa y esperé hasta entrar en mi cuerpo.
Pasó una semana hasta que volví a verla. Estaba sentada encima del campanario de la iglesia, mirando las estrellas. Me acerqué poco a poco, intentando no asustarla, no quería que desapareciera de pronto. Cuando me vio se levantó de pronto, pero no huyó. Tenía la misma ropa que la otra vez, lo que me pareció muy extraño.
-¿Sueles irte a dormir con esa chupa?
-¿Esto? -preguntó mientras acariciaba su chaqueta, de la que parecía que se sentía orgullosa-. Me la regaló mi padre, era suya. Y no, no me acuesto con ella, es solo que me gusta tanto que la escojo siempre para mi avatar.
-¿Avatar?
-Bueno, como veo que no eres demasiado experto en este mundo, te haré una explicación lenta y sencilla para que lo comprendas: tu alma no tiene forma, o al menos no una que pueda comprender el ser humano. Por eso nuestra mente idea un avatar, para que los demás puedan vernos. Ese avatar suele ser aquello que llevas puesto antes de dormir o de tu muerte, pero si te concentras puedes cambiarlo, adoptar la forma que quieras.
Y su cuerpo empezó a cambiar, cambiando su ropa, su color de pelo e incluso de piel. Adoptó diferentes formas, entre ellas algún famoso, antes de volver a su forma original. Y yo que había estado todo este tiempo en pijama...
-Una vez que has practicado lo suficiente es fácil ser quien te dé la gana. Lo siento por lo el otro día, no tendría que haberme fugado como lo hice...
-Tranquila, supongo que dije algo que no debía.
Me senté a su lado, y estuvimos hablando toda la noche. Ella me contó que llevaba ya meses pudiendo cambiar de plano, y que había estado practicando y mejorando sus poderes. A parte de la manipulación y los cambios de forma había podido mover algún objeto, pero le costaba demasiado y al día siguiente le dolía mucho la cabeza, por lo que decidió ir lentamente con eso. También hablamos de la extraña silueta de luz que vi. Ella me dijo que no sabía lo que era, pero que también la había atraído, como si fuera un faro.
-Es por eso que lo llamo "Alejandría", aunque aún no se si es hombre o mujer. No sé ni si tiene sexo, la verdad. Igual ni siquiera es humano. ¿Te imaginas que es un alien? Molaría bastante.
Decidimos vernos cada noche, en el campanario. Después de tantos viajes podía salir de mi cuerpo prácticamente cada noche. Allí ella me enseñó a cambiar mi avatar y yo le llevé una noche a ser testigo del robo del bolso a una chica. Seguimos a los ladrones hasta sus casas, y al día siguiente ella se encargó de avisar a los agentes de policía.
Una noche incluso probamos a mover objetos. Fuimos a un descampado a las afueras de la ciudad y allí entre los dos, y tras mucho esfuerzo, conseguimos mover algunas botellas de alcohol tiradas por el suelo. Pero a la mañana siguiente el dolor de cabeza era insoportable, así que tuve que quedarme en casa, no fuera que el dolor empeorara.
Pero, a pesar de las molestias, a la noche siguiente volvimos a encontrarnos en el campanario. Ese día no hicimos demasiado, un par de carreras entre los rascacielos, paseos entre las almas en pena (que se acabó rápido, pues no es demasiado agradable andar entre personas muertas, en estado de shock o llorando). Al acabar nos sentamos en el borde del tejado del ayuntamiento, viendo como vivos y muertos chocaban entre sí sin saberlo.
Nunca nos acercábamos demasiado al bosque a las afueras de Fara. No lo dijimos en alto en ningún momento, pero notábamos una extraña presencia entre los árboles.
Otra noche encontramos una casa “encantada”, en la que el espíritu de la abuela llevaba allí tanto tiempo, sin saber que había muerto, que había empezado a hacer cosas raras. Por las noches la família oía gritos y las cosas cambiaban de sitio. Por lo menos nadie quedó atrapado dentro de la tele. Al salir de allí vimos una forma oscura, como si fuera un hombre con capucha, que entraba en esa casa. No sabíamos lo que era, pero le llamamos “el Cazador”, Supusimos que era el encargado de controlar a las almas en pena que llevaban más tiempo, volviéndose locas, porque no habíamos encontrado demasiadas en nuestros viajes.
-¿Cómo crees que será la muerte? ¿Qué sentiremos? -preguntó Helena una noche, con la mirada fija en los taxis que circulaban a toda velocidad sin hacer el mínimo ruido-
-Supongo que será como cambiar de plano, aunque sabiendo que esta vez no podremos volver. Solo espero encontrarte en el otro lado...
Y tras decir esto, nos miramos, y empezamos a besarnos por primera vez. Fue un beso raro, pues no estábamos tocándonos de verdad, tan solo nuestras almas, y eso lo hacía muy especial. Recuerdos suyos empezaron a aparecer ante mis ojos. El entierro de su padre, su madre en la cama enferma... No pude soportar tanto sufrimiento junto, así que me aparté. Ella estaba llorando. Pero no era ella exactamente. Donde hacia un momento se encontraba la chica vestida de cuero y media cabeza rapada, ahora veía una niña, con un pijama rosa y el pelo rizado y rubio. Al mirarnos supimos lo que había pasado, habíamos intercambiado nuestros sentimientos y secretos más profundos. Sin saber qué decir, nos despedimos rápidamente y cada uno se fue por su lado.
Estuve pensando el día siguiente en todo lo que había sentido en los segundos que había durado el beso. Ahora entendía por qué había huido la primera noche. Por qué siempre vestía de la misma manera.
No era más que una niña que había usado sus poderes para ayudar en casa. Su padre había muerto en un accidente de tráfico cuando era pequeña, por eso apreciaba tanto la chaqueta. Había engañado a todos esos hombres por necesidad, y aunque no pudiera exculparla, la entendía, y eso hacía que la quisiera aún más. Cuando entiendes a una persona tan profundamente, lo único que puedes hacer es quererla.
Esa noche volví al campanario, pero estuve solo toda la noche. Una semana estuve yendo cada noche, esperándola, pero no se presentó. Supongo que haber descubierto su secreto había hecho que no quisiera volver a verme, pero habiendo penetrado en mi mente debería haber sabido que no me importaba...
Una noche, cuando ya empezaba a salir el sol entre las montañas, me pareció verla entre los muertos. Bajé volando, intentando no perderla entre el gentío de almas errantes. Empecé a apartarles, pero cada vez me estaban rodeando más, todos me miraban, sabiendo que no era como ellos. Unos me cogieron por los brazos, me apartaron de la multitud. El más grande de ellos me cogió por el cuello y me alzó. No paré de forcejear en todo momento, imaginándome que salía volando, intentando huir a través de la pared, pero me tenían agarrado con demasiada fuerza. Cuando creía que iba a pertenecer a los espectros para siempre, apareció una figura encapuchada. El Cazador empezó a apartarles, cogía a algunos y estampaba unos contra otros. Los que me tenían cogido salieron volando, huyendo de aquel ser. Este se paró delante de mí y aunque no podía verle la cara por culpa de la capucha, supe que me estaba mirando a los ojos, y que no me quería en sus tierras.
Salí huyendo, volando a toda velocidad, deseando volver a mi cuerpo definitivamente. Pero cuando llegué vi a mi madre, llorando sobre mí. Me acerqué a mí mismo y me toqué, notándome frío. Una ambulancia llegó en seguida. Seguí a mi cuerpo en todo momento, del hospital a la morgue, de allí al tanatorio, y por ultimo a mi entierro. Toda mi familia y amigos más próximos estaban allí, llorando. Por suerte no llovió en todo el día.
Ahora estoy sentado en mi antigua cama, pensando en qué debo hacer. He estado buscando a Helena, pero no la encuentro en ninguna parte. No logré saber dónde vivía, y por mucho que vaya por las noches al campanario, no aparece. Cada vez veo más taxis, estoy seguro de que no podré huir de ellos demasiado tiempo. Pero no puedo quedarme sin hacer nada y morir del todo.
Lo único que puedo hacer es despedirme de mi hermano, y esperar que el Cazador tarde en encontrarme.
Guillermo Domínguez
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