martes, 15 de marzo de 2016

#51 Genesis

Reescribe un cuento de hadas clásico.

Antes del mundo solo había una cosa: Dios. Utilizando toda su divinidad se dedicó a crear la Tierra, durante seis días consecutivos. Moldeó un trozo de roca, en el incluyó todo tipo de detalles: montañas que prácticamente llegaban al cielo (también en obras por aquel entonces), ríos que surcaban una tierra por el momento estéril, océanos, volcanes... Era tan perfeccionista que tuvo la genial idea de crear fósiles de animales que no habían existido jamás, para distraer al personal. Cuando ya había creado el escenario perfecto, empezó a construir los primeros habitantes. Primero algunas plantas, pequeños bichos, algún animalillo. Incluso creó al ornitorrinco. Se le cruzarían los moldes o algo.
Después de todo eso aún notaba que faltaba algo. Su creación era demasiado perfecta para que solo la disfrutaran una panda de animales más bien tontos (a excepción del delfín, claro). Y de sus grandes manos surgieron los primeros humanos, a su imagen y semejanza. Esta parte me la salto, que más de uno ya la conoce.
La humanidad fue creciendo, descubriendo su entorno y los elementos, la tecnología avanzaba a pasos de gigante. Apareció la escritura, por ejemplo, sin la cual no estarías leyendo esto ahora mismo. Y con esas máquinas nuevas empezó a utilizar la tierra a su antojo. Crearon "dinero", y para muchos se convirtió en su nuevo dios. Iban destruyendo la Tierra a su paso para llenar su cartera, creando guerras y destrucción allá por donde iban. Había vidas en juego, pero a muchos humanos les daba igual.
Y quizá os estéis preguntando (deberíais) dónde está Dios ahora mismo. Una teoría, de las más aceptadas, es que aún nos observa desde las alturas, para ver si obedecemos sus mandamientos. Cuando nos llega la hora del muerte (otro invento suyo, supongo), nos juzga y nos envía al lugar que nos merecemos. Es un pensamiento tranquilizador, la verdad, pensar que hay alguien que nos vigila y cuida de nosotros. Aunque claro, también genera preguntas el hecho de que nos deje matarnos los unos a los otros y que no lo impida.
Pero no estamos seguros de eso. Quizá Dios se ha largado de este mundo, cansado de que destrocemos su creación cada día. ¿Qué pensaríais de vuestra mascota, que no para de destrozar la jaula tan bonita que habéis creado para ella? Ya se enfadó una vez, y casi nos ahogamos todos. Igual ha perdido la esperanza y nos ha abandonado a nuestra suerte. Estará en otra galaxia, fabricando nuevos mundos y nuevas almas, esperando que esta vez les salga mejor el invento. Pero, ¿por qué debería enfadarse? Estamos hechos a su imagen y semejanza...
Sin un Dios todopoderoso que nos vigile, se nos abre todo un mar de posibilidades ante nuestros ojos. Porque Él creó el mundo, pero ya es hora de que creemos uno propio, con nuestra reglas. De que luchemos por aquello que es justo y necesario, y que quitemos el poder de manos de criminales. No debemos escudarnos tras la imagen de dioses, aunque estos nos hayan servido como excusas para iniciar guerras. Tenemos la capacidad de hacer lo que sea.
Este es nuestro momento.

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