jueves, 22 de diciembre de 2016

Capítulo 3: Thule o Dejar que la imaginación gane terreno

Estaremos todos de acuerdo en que las historias no se escriben solas, ¿no? Si a vosotros sí por favor decidme cómo lo hacéis. Y no vale hacer el truco de Stephen King de estar tan borracho y drogado que después te despiertas con un best-seller entre tus brazos y no te acuerdas de haberlo escrito (esto le pasó con Cujo).

Pero aquellos que lleváis un tiempo con esto de escribir también coincidiréis conmigo que a veces SÍ se escriben solas. Hay ocasiones en las que tus manos se empiezan a mover por arte de magia y te aparecen tramas de la nada o personajes nuevos o los que ya habías creado hacen cosas que no sabías que podían hacer. No puedo decir que me pase mucho, pero sí es verdad que hasta que no empiezo a escribir me cuesta mucho pensar qué va a ocurrir en mis relatos. No es hasta que ya hay algunas líneas sobre el papel que la imaginación empieza a funcionar y a veces incluso tengo que parar para apuntar todo lo que se me ha ocurrido. (Como contrapartida a esto hay relatos en los que he tenido que parar a apuntarlo todo y que después cuando acababa no me apetecía escribir más y dejaba el relato tirado durante meses.)

Un ejemplo de esto fue la profesora Shipp (un burdo intento de ponerle el apellido "Barquero" de un profesor de mi infancia sin que se notara de donde venía), de Thule. Este relato es de esos que os hablé en el primer Proceso, que llevaba con la idea en mente muchos años. Lo empecé varias veces sin que ninguna me convenciera y al final lo dejé reposar. Y volvió hace poco para formar parte de los retos de El Libro del Escritor. Pues cuando empecé a escribir este relato, sin que mi mente siquiera pensara en ningún profesor, apareció esta mujer, que aunque no aporta demasiado, queda muy bonita en la historia.

Como conclusión (sí, tranquilos, que ya llegamos) os quería decir aquello que ya habréis leído muchas veces. "La inspiración te tiene que ver trabajando." Si no sabes por dónde va a ir tu historia escríbela hasta donde tengas pensado y deja que sea ella la que decida su propio camino. Con esto no quiero decir que dejéis de lado toda planificación, pero es que yo soy más de brújula que de mapa. Y sí, vuelvo a lo que ya dije el primer día: escribe. Estos "procesos" no son más que una excusa para motivaros (y por consiguiente a mí mismo) a escribir. Deja que los pensamientos fluyan y se esculpan sobre el papel. Y déjales respirar de vez en cuando, aflójales las cadenas y que salgan a jugar, nunca sabes lo que pueden traer de vuelta.

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