martes, 2 de febrero de 2016

#5 Drones

Escribe una historia con tu canción favorita como argumento


Tengo que reconocer que más que una historia sobre una canción es sobre el grupo entero, Rise Against. He cogido detalles de muchas de sus canciones, pero finalmente he dejado ese título y la canción porque fue con la que empecé a hacer el relato.

“The drones all slave away, they’re working overtime, 
they serve a faceless queen, they never question why. 
Disciples of a God, that neither lives nor breathes, 
but we have bills to pay, yeah we have mouths to feed!” 
Drones, Rise Against


Mis pies se mecen al son del viento. Desde las alturas veo una gran ciudad, que se extiende hasta donde me alcanza la vista. Puedo ver edificios que se pelean por ser los más altos, aparatos que hubieran sido impensables hace tan solo unos años… Las luces de los semáforos cambian silenciosamente miles de veces al día. El progreso y la tecnología lo impregnan todo, mientras que los que reinan son la injusticia y la corrupción. Y, por más que mire, no veo personas, solo robots.
Miro entre esquinas de callejuelas iluminadas por luces de neón, buscando un atisbo de humanidad, y lo encuentro en algunos niños que juegan sin la supervisión de sus padres, pero nada más. Esos hijos a los que el día de mañana enviarán para que luchen sus infantiles e inútiles batallas y se conviertan en héroes de guerra.
Personas grises pasean por calles grises, con sus trajes del mismo color. Se escudan tras sus móviles, su música o en conversaciones intrascendentes. Qué divertido fue el programa de anoche. Es estupenda esta nueva canción que he escuchado. Hablan y hablan, pero no dicen nada. No sé de dónde sacaron esa idea, tan profundamente arraigada en sus mentes, que tienen que impresionar a todo el mundo. Es prácticamente una obsesión. Y dedican sus momentos de vigilia a matar el tiempo, renegando de sus esperanzas y sueños al hacerlo.
Cada uno declara que su Dios es el mejor, que sus armas son las más grandes, y creen que estos son motivos suficientes para mandar a la gente que se ha creído sus mentiras a morir. Y proclaman, tras sus máscaras y en sus torres de marfil, que la Libertad existe, que las jaulas que envuelven a los ciudadanos no son más que una medida de seguridad. Pues, si los barrotes son de oro, ¿quién se puede quejar?
La gente espera ser eficiente. Viven para trabajar: esta es su droga. En sus coches último modelo van hacia sus modernas oficinas, mientras los buitres dibujan círculos sobre sus cabezas. Han estudiado muchos años para poder trabajar, porque es la única manera de poder ser aceptados en la sociedad. Son esclavos. Pueden cambiar su situación y ellos lo saben. O lo sabrían si no fuera por la amnesia colectiva que caracteriza la sociedad.
Y entre la marabunta de cuerpos fríos veo otros de más cálidos, que danzan al ritmo de canciones que solo ellos oyen. Veo bailarines, pintores, músicos, escritores y demás artistas. Veo latir sangre roja en sus cuerpos humanos y poco a poco esta se expande hacia los demás. Ya no son simples drones. Esa enfermedad se va contagiando, transmitiéndose gracias a las ideas y llegando hasta el alma. No nos muestra un mundo utópico, pero sí un futuro por el que luchar. Nos da una oportunidad de cambiar las cosas, de hacer de este un mundo mejor, ese que a veces se nos aparece en sueños. Puede que sea difícil, pero nunca caeremos si nos alzamos y luchamos por algo.
Y luchamos por todo.
Guillermo Dominguez

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